Duración: 131 Minutos
Dirección: David Fincher
Guión: Jack Fincher
Protagonistas: Gary Oldman
Amanda Seyfried
Lily Collins
Ficha en Wikipedia (en Inglés)
Drama biográfico escrito por el padre de David Fincher sobre el guionista Herman J. Mankiewicz. El director quería llevar a cabo ese proyecto luego de haber completado El Juego (1997), pero no consiguió financiamiento por su deseo de que fuera filmada en blanco y negro. Hoy llega a nosotros gracias a Netflix.
La película, transcurre -años más, años menos- en dos períodos de tiempo paralelos: 1934 -un año después de la ascensión de Hitler en Alemania- y 1940 -a dos años del inicio de la Segunda Guerra Mundial-. Esto nos permite seguir de forma relativamente fácil la historia de nuestro protagonista: Herman J. Mankiewicz -guionista en películas como Dinner at Eight (Cukor, 1933), Sus dos pasiones (Wood, 1942) y, por supuesto, El ciudadano Kane (Welles, 1941)-. No obstante, el guión tiene esos diálogos fast paced que tanto le gustan a Fincher y tanto sufrimos les espectadores.
Volviendo a los tiempos de la historia, que están claramente demarcados gracias al recurso de usar encabezados de secuencia/escena característicos de un guión cinematográfico, 1934 nos muestra a un jefe de estudios judío poco preocupado por cerrar el mercado de películas para la Alemania nazi y escudado como Sancho Panza en su Quijote: el magnate y monopolista de la prensa William Randolph Hearst.
Es memorable la escena magníficamente escrita y ejecutada donde Mayer y Hearst ganan estos apodos gracias a Mank -interpretado por un irregular Gary Oldman-. ¿Qué es lo problemático de estos dos magnates? La colaboración entre sus empresas.
Quizás en la escena más moralmente cuestionable -aunque hoy es cosa de todos los días- vemos como actores se hacen pasar por ciudadanos de sectores populares para convencer a electores de votar al partido republicano y al mismo tiempo denostar al candidato demócrata. En ese momento un Mankiewicz peleando en demasiados frentes -con su alcoholismo y adicción al juego- intenta oponerse, con poco éxito, a esas jugadas.
1940 es el año de la creación: vemos a Mank dedicar meses únicamente a la escritura y el alcohol. Para luego terminar en un importante conflicto sobre la autoría del guión con uno de los más interesantes y narcicistas directores de la historia: Orson Welles.
Preocupado en darle una estética y sonido similar a El ciudadano Kane (Welles, 1941), la cinta de Fincher tiene aciertos como errores. Probablemente no obtengamos ningún beneficio de una mezcla de sonido monoaural, solo un sonido más plano. Mientras que la fotografía (Erik Messerschmidt), cuando no lucha con excesivos contrastes tiene planos elegantes, con algunos desenfoques interesantes y cierto uso de la luz logrado. Respecto al retoque digital que se utilizó para que Mank parezca una película de celuloide en mala condición, me resulta indiferente, porque es un recurso que ya hemos visto,
En lo concerniente a las actuaciones no tengo demasiado para decir: Gary Oldman tiene sus momentos, y Amanda Seyfried está acorde, quizás siendo los trabajos más interesantes los de Arliss Howard como Louis B. Mayer y Charles Dance como Hearst.
Probablemente Mank haya chocado con esa sed insaciable, y muy poco satisfecha, que tuvimos este año por ver estrenos. Sino recordemos a la supuesta salvadora del cine: Tenet. Tenemos a un Fincher diferente al que conocemos: nostálgico, y con un toque de comedia negra. No obstante, Mank no se queda en un homenaje o en el penoso concepto de "carta de amor al cine" y hace una necesaria reivindicación para un rubro que le da el esqueleto e incluso la carne a las películas: el de guionista. A su vez nos hace reflexionar sobre las omisiones y endiosamientos que propone la teoría del autor.
Mi Calificación: 6,50 (seis y medio) Buena
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