Showgirls (1995):
Duración: 128 Minutos
Dirección: Paul Verhoeven
Guión: Joe Eszterhas
Protagonistas: Elizabeth Berkley
Kyle MacLachlan
Gina Gershon
Considerada como una de las peores películas de la historia del cine, Showgirls tuvo su revancha con la taquilla y la crítica con el pasar de los años. Así fue reconsiderada por directores y críticos y se volvió una película de culto. También tuvo su documental en el BAFICI este año, llamado You Don't Nomi (McHale, 2019).
Showgirls suele ser catalogada como un drama erótico y sencillamente no funciona en ninguno de esos dos aspectos. El drama termina ahogado en la superficialidad de los personajes -escritos desde una perspectiva claramente masculina, y por alguien que probablemente no haya interactuado nunca con una mujer-, y en la banalización de conflictos. Las escenas eróticas son a la vez excesivamente gráficas y camp, también abundando tanto las escenas de desnudos que la película parece volverse una lección de anatomía. Estas escenas también tienen como objetivo provocar -similar a lo que hace Verhoeven con la violencia en Total Recall (1990) y, si une presenta una lectura generosa, cierto estilo satírico. De todas maneras me parece importante no repetir la idea de sátira, porque si esa lectura es posible, parece encontrarse más en la mezcla entre sexo, entretenimiento y ambición de Las Vegas vista desde la perspectiva del director. Lo único erótico en esta ciudad es el dinero: no hay motivación ulterior. Pero incluso el dinero y sus resultados se ven artificiales: como la Ferrari de Zack, o incluso su piscina con unas palmeras de neón de mal gusto. El champagne más caro es incluso desperdiciado en la infame escena del "dolphin f*ck", teniendo así ninguna de esas cosas valor.
Hablando nuevamente del drama hay que señalar que este no es ayudado para nada por la actuación de Elizabeth Berkley, que siempre está a volumen 11. Aún siendo su perfomance cegadora -en el mal sentido- como las luces de Las Vegas, la actriz tiene algún momento de lucidez y una buena preparación física. Pero sus sueños actorales quedaron frustrados como los de Nomi. Creo importante señalar que Gina Gerson -como Cristal Connors- tiene un buen trabajo porque abraza el sinsentido de la película y puede decir sin vacilar que amaba comer comida para perros -¿quién puede resultar creíble diciendo ese diálogo-. De hecho, probablemente la relación entre Cristal y Nomi sea de las más interesantes de la película por su homoerotismo: quienes estamos más allá de la heteronormatividad podemos ver los urgentes deseos que parecen tener ciertos villanos y héroes de besarse. Por supuesto que otros personajes son completamente irrelevantes, y sus historias no concluyen. Kyle McLachlan compone el terceto, pero quienes lo conocimos en Dune (Lynch, 1984) sabemos de su pasión secreta por malas películas, y ¿lo perdonamos?
Muchas escenas y aspectos de Showgirls han sido malinterpretados, como la primera escena, o su valor de producción. En la primera escena Nomi tira sus papas en un ataque de ira, lo que realmente resulta muy cómico, pero tiene que ver con una reacción nerviosa por haber sido robada y tener un pasado traumático. ¿Eso justifica la extraña actuación? Por supuesto que no, pero Berkley es consecuente con ese modo de actuar durante toda la película. Segundo: suele criticarse el valor de producción -entre cuarenta y cuarenta y cinco millones de dólares- pero sinceramente parece bien gastado. Los escenarios donde Nomi baila son increíbles -en tamaño y lógica visual-, y resaltan lo ridículo y el mal gusto de los shows de casinos. Así, el diseño de producción es exactamente lo que esperamos de Las Vegas y parece una combinación entre Golpe al Corazón (Coppola, 1982) y Casino (Scorsese, 1995). También disfruté mucho de la fotografía -Jost Vacano, DP de Das Boot (Petersen, 1981) y Total Recall (Verhoeven, 1990) entre otras-, la cual no tiene casi tomas con luz natural y sin embargo nunca falla en mostrar a Nomi en todo su esplendor. Siendo sincero no puedo decir que Showgirls sea una obra de arte incomprendida -aunque suele ser intencionadamente malinterpretada-, pero tiene 128 minutos de entretenimiento y para ello contribuye la comedia intencionada como inintencionada y un sólido aspecto visual.