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martes, 28 de enero de 2020

Parasite (2019): 

Duración: 132 Minutos
Dirección: Bong Joon-ho (The Host, Snowpiercer, Okja) 
Guión: Bong Joon-ho
Han Jin-won
Protagonistas: Kang-ho Song (Memorias de un Asesino, The Host, Snowpiercer)
Sun-kyun Lee (Paju, A Hard Day, My Mister)
Yeo-jeong Jo (The Servant, La concubina del emperador, Obsessed)

Ficha en Wikipedia
Ficha en IMDb


Con votación unánime al recibir la Palma de Oro del Festival de Cannes, nominada a 6 Oscars,  y ganadora de un Globo de Oro, así se presenta la película del director surcoreano probablemente mejor conocido en occidente por Okja y Snowpiercer.


Como dato anecdótico, la fila para ver la película en un cine-arte era aproximadamente de media cuadra, un lunes a las ocho de la noche. Así influye el boca a boca y las múltiples nominaciones -como victorias- de una película no occidental en épocas de hiper-globalización.
El análisis se vuelve complejo en estos casos, primero por el legajo de la película -¿será como el título de Kim Ki-woo?- segundo por cierta presión de hacer una reseña "a la altura".
No obstante, y sin intención de polemizar -no es mi trabajo-, puedo decir que Parasite no excede ni iguala las expectativas puestas por la cinefilia internacional.


¿Propone un análisis interesante sobre clases sociales? En cierta medida si... No obstante, el análisis parece más un reflujo del pensamiento que tiene la clase alta surcoreana sobre la baja, que al revés. Hay poca reflexión sobre las condiciones que producen esa polarización, y por momentos parece un despliegue caricaturezco de cierto clasismo que tendría la clase baja contra la alta.
Quizás analizando la cuestión en su mejor luz, podríamos decir que lo que está mostrando Parasite es el estiramiento de la brecha salarial entre pobres y ricos, al punto en que una clase debe recurrir a un servilismo -simbólico o no- para tener mínimas posibilidades laborales en un mercado completamente polarizado.
¿Parasite tiene humor negro? No lo podemos negar ¿Funciona? Por momentos. Ciertas situaciones nos hacen empatizar con la familia Kim, siendo parte de un país con crisis económicas que nos dejaron más de una vez al borde del abismo. De hecho, tal empatía nos hace cuestionarnos fuertemente nuestro sentido de la moralidad, y en ese sentido, como en la tendencia del guión a generar tensión hay un triunfo digno de reconocimiento.


Ciertos vuelcos argumentales le dan a la cinta un estilo subterráneo similar al de Snowpiercer, lo que le hace perder cierta verosimilitud y le da a la vez un aspecto hamletiano.
No obstante, poco podemos objetarle a un guión muy personal y a un estilo elíptico bastante inteligente, que se refleja en una fotografía (Kyung-pyo Hong) "metafórica" -usando palabras de Kim Ki-woo-. 
El aspecto sofocante y oscuro, contrapuesto a escenas con una luz intensa y espacios amplios, también está reflejado en el diseño de producción (Ha-jun Lee). Ese contraste también queda poéticamente evidenciado en el recorrido que realiza por la ciudad la familia Kim, en su escapada de la casa Park.
Ya dejando de lado los aspectos más libres de la interpretación, hay buenos trabajos de un elenco coral, de los cuales destacan -según el capricho de este cinéfilo- Song Kang-ho como el padre de la familia Kim y  Cho Yeo-jeong como la madre de la familia Park.
La música (Jaeil Jung) contribuye al aspecto dramático a veces sutil y a veces asfixiante de una cinta que es como un vino demasiado añejado: necesita cierto decantamiento para su mayor disfrute.

Mi Calificación: 7 (siete) Buena

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