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sábado, 10 de septiembre de 2022

 

Doble Función #8: Leopardos y tu ex


Hoy, a diferencia de la edición anterior en la que hablamos de una productora, volvemos a hablar de un género, o más bien un subgénero. Su período clásico duró solamente ocho años y estuvo marcado por acontecimientos históricos bastante relevantes. Como pista podría decir que su fórmula prácticamente no murió y la encontramos en series y películas contemporáneas. 


Contexto de Descubrimiento:


Bueno, acá me vas a tener que permitir un poco de autobiografía… Si, sé que te morís por saber de mi vida (?) Más allá del chiste, me parece interesante comentar sobre mi contexto de descubrimiento de distintos géneros porque quizás sea similar al tuyo. O porque quizás muestre que la mejor forma de conocer algo nuevo es gracias a la curiosidad, o eventos azarosos. No te vayas, dejo de filosofar…

Este subgénero quizás sea, incluso, más de nicho que todos los anteriores sobre los que escribí. Por eso mi llegada al mismo fue de forma bastante indirecta. Si mal no recuerdo, estaba viendo Vicio Inherente (Anderson, 2014) cuando me puse a leer un par de entrevistas de Paul Thomas Anderson sobre la película. En una de ellas expresaba su preocupación porque los jóvenes cineastas no conocían la obra de sus colegas de décadas pasadas. Es por ese motivo que recomendó el cine de Preston Sturges. La verdad es que pasó bastante tiempo hasta que me acerqué a la filmografía del director, pero el nombre había quedado en mi mente. O, mejor dicho, me puse a investigar sobre él y anote un par de sus películas para ver. Luego de esta introducción, probablemente te hayas dado cuenta que hoy hablamos de las screwball comedies.



(Not) Out of context:


Creo que hoy le hacemos un honor bastante especial al título de la sección, porque si hay algo que caracteriza al subgénero es el estar marcado por el contexto. Ya hemos hablado de controversias a la hora de señalar la primera película de un género, y las screwball comedies no están exentas de estas. Algunas fuentes –y esto Wikipedia no te lo dice (?)- marcan a Bombshell (Fleming, 1933), con la querida Jean Harlow, como la primera del subgénero. No obstante, hay cierto acuerdo en nominar a It happened one night (Capra, 1934) como la fundadora “oficial”. Esta película tiene la particularidad de ser, junto a Atrapado sin Salida y El Silencio de los Inocentes, recipiente de los cinco premios más importantes de la Academia –película, guión, director, actor y actriz-. También está fuertemente marcada por el contexto: fue estrenada unos meses antes –y quizás es parcialmente “responsable”- de la puesta en regencia del Código Hays. Es, a su vez, una película producida durante la Gran Depresión.



It happened one night tiene algunas de las características más importantes de las screwball comedies: tiene un viaje, hay un personaje que persigue a otro –que se muestra reacio- con intención romántica, crítica social e innuendos sexuales. Durante esta década, le seguirían otras películas como My man Godfried (La Cava) en 1936, The Awful Truth (McCarey) 1937, y Bringing up baby (Hawks) –quizás la mejor del género- en 1938. Estas incorporaban otras características del género como ritmos de conversación muy veloces, respuestas ingeniosas o de doble sentido, y slapstick comedy. Aquí debo hacer un paréntesis y mencionar que The Awful Truth -junto con The Philadelphia Story (Cuckor, 1940)- pertenecen incluso a un subgénero del subgénero conocido como "comedy of remarriage", dónde una pareja divorciada/separada se vuelve a juntar, o específicamente, a casar. Si, por eso lo de "tu ex" del título. No, no era algo personal contra vos (?).  

Hecho este paréntesis, volvamos a las características de las screwball comedies. Ya lo sugerimos con It happened one night, pero es importante señalar que los protagonistas eran una “pareja dispareja". Con esto quiero decir que: se repelían al principio, pero, al ser opuestos, se terminaban sintiendo atraídos. Esa oposición inicial estaba vinculada a que solían pertenecer a clases sociales distintas y porque la mujer era una especie de maniac pixie dream girl ¿Qué quiero decir con esto? Que era un personaje burbujeante y superficial que llevaba al hombre a aventuras imprevistas-. El hombre, en cambio, era racional, estructurado y afable. 



Amenities y el principio del ¿fin?:


¿Qué era lo atractivo de estas películas para ese momento histórico? Primero que nada, la crítica social a la clase alta. Segundo, el que fueran una especie de válvula de descompresión de los problemas que el espectador podía tener en ese momento. Estábamos frente a situaciones impensadas como tener que cuidar de un leopardo o volverse a casar con la persona de la cual nos divorciamos ¿Esto quiere decir que las screwball comedies eran superficiales? Para nada. A través de distintas situaciones se burlaban del Código Hays: tenemos hombres vestidos con ropa de mujer, o a Cary Grant diciendo “me volví gay” en Bring up baby. Además, bien dijo un crítico respecto al subgénero: “son comedias sexuales sin el sexo”. Como si fuera poco tenemos personajes femeninos fuertes y con agencia, que logran los objetivos que se proponen. Chupate esta mandarina Código Hays (?)

Bueno, pero volvamos a la historia de las screwball comedies. Estábamos en los años cuarenta, y acá tenemos –para mí- a los mejores exponentes del género. The Philadelphia Story (Cuckor) en 1940, Lady Eve (Sturges) en 1941, y The Palm Beach Story (Sturges) en 1942. 
Quizás recuerdes mi comentario al principio de esta edición sobre la corta duración del subgénero. Dije que duró solamente ocho años, y también mencioné que su primer película es de 1934. Por lo tanto ¿qué pasó en 1942? Ese año –aunque para ser más precisos, en diciembre de 1941- Estados Unidos entraba en la Segunda Guerra Mundial. Y quizás la cosa no estaba para chistes y comedias “escapistas”.
­ Las preocupaciones eran otras y ya no tenía sentido hablar de la “frustración sexual masculina”. 

El público “necesitaba” personajes heroicos, “masculinos” y que trabajaran duro. Es por eso que durante esa época encontramos westerns y películas bélicas para tirar al techo. Las inversiones en publicidad de los estudios iban mayoritariamente hacia ellas, como también el interés de la crítica. Las comedias habían perdido el centro de la escena. Sin embargo, veríamos algunas películas que seguían apuntando a la fórmula del género, pero con algunos cambios. Estamos hablando de cosas como The Seven Year Itch (Wilder, 1955) y Some like it hot (Wilder, 1959), ya un poco más de una década después. Por supuesto que no está demás aclarar que directores como Sturges o Hawks siguieron haciendo este tipo de comedias más allá del 42, pero son excepciones a la regla. 


Nenas con cara de ladrona (?):

Las películas que elegí para esta edición son mis dos favoritas del subgénero: Bringing up baby (1938) de Howard Haks y Lady Eve (1941) de Preston Sturges.  

Bringing up baby, lleva la farsa hacia extremos inusitados. Aquí los personajes tienen que cuidar de un leopardo amaestrado y, como si esto fuera poco, se lo confunden con otro que no lo está. También tenemos a un perro luchando contra el leopardo, y robando un hueso de brontosaurio. La película está dotada de una energía increíble, y es ideal para ver cuando tuviste un mal día. Tiene dos de las escenas más hilarantes que he visto: la primera, con una Katharine Hepburn “going berserk” y la segunda con ella y Cary Grant en la cárcel, dónde se producen maravillosas confusiones de identidad. De hecho, se podría establecer un paralelismo entre las confusiones de los pumas y las confusiones entre los personajes: dado que lo que está en juego siempre son las identidades. Se puede decir que es una película sobre desdoblamientos. Yendo más hacia el lado crítico, puedo decir que Katharine está increíble y demuestra sus dotes para la comedia. Claro que también está bien acompañado por Cary Grant. Como dato de color, se podría decir que ellos son LA pareja de las screwball comedies, dado que hicieron tres juntos. 


Lady Eve es una de mis películas favoritas de todos los tiempos y eso probablemente es porque tiene uno de los mejores guiones de la historia del cine. Queremos a la muy carismática Barbara Stanwyck aunque su personaje sea una encantadora de serpientes, pero también al discreto correcto e inteligente Henry Fonda. A pesar de que el peso de la película reside en el guión de Sturges, la película es bastante cinemática y, como si fuera poco, quien se encarga del vestuario es Edith Head. Lady Eve nos manipula maravillosamente y conduce nuestras emociones hacia el lado que quiere, quizás como lo hace Jean Starring (Stanwyck) con Charles Pike (Fonda). Es interesante que ambos personajes sean inteligentes, pero más todavía que Jean sea la que más destaca en ese aspecto. Ella tiene una inteligencia basada en la experiencia y la vida real, mientras que él tiene una inteligencia desconectada de la misma. Quizás también por eso empaticemos más con el personaje femenino que el masculino. 


¿Qué tienen en común las películas? Primero que nada, cumplen con un requisito que yo considero como característico del subgénero, pero que no todas las películas lo tienen. Transcurren durante un viaje -e involucran al estado de Connecticut-. Segundo, que es imposible no quedar embelesado con los personajes femeninos por su ingenio, carisma, pragmatismo y ternura. Y, tercero, y último, porque las dos mujeres transgreden tanto las normas de género como disposiciones legales. Barbara Stanwyck hace de estafadora y el personaje de Katharine Hepburn roba un auto, entre otros delitos. Con ambas películas encontramos personajes que se ríen de las convenciones sociales de la época, como bien lo supieron hacer las screwball comedies con las convenciones del infame Código Hays

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Hasta aquí llego la edición de hoy ¿La disfrutaste? ¿Sumaste películas a tu watchlist? Si las respuestas son afirmativas podes hacer muy feliz a alguien diciéndole que se puede suscribir aquí. También me podés escribir acá si tenés comentarios, sugerencias o propuestas (?) También me podés seguir en TikTok, si cultivas ese tipo de fetiche (?) 

Si te interesó el tema y querés profundizar podés ver el short que le dediqué a Preston Sturges, y chequear mi lista de comedias. También podés escuchar el capítulo de A Geek History of Time (en inglés) que habla sobre la historia del subgénero o este capítulo de Why Theory que tiene una visión más filosófica sobre el mismo. 

sábado, 3 de septiembre de 2022

 

Doble Función #7: Blood & Babes

Hoy, a diferencia de ediciones anteriores, no vamos a hablar de un género per sé. Sino más bien de una productora que hizo y hace películas de género. El tema de la edición de hoy no es demasiado difícil de adivinar porque lo anuncié en distintos lados. Pero vos sabés que es más divertido que juguemos con el misterio, porque la vida suele carecer de ellos. También estoy apelando a que no te acuerdes de lo que dije. 

En este caso es un poco difícil dar pistas sobre el asunto porque con las que se me ocurren lo sacás al toque. Si puedo decir que es una productora a la que le tengo mucho cariño, y que su época de “oro” duró solamente quince años. 



Quizás sepas, o no, sobre mi fascinación con las películas de vampiros. Si, soy como el pibe de The Transfiguration (O'Shea, 2016), pero (un boludo) más grande (?)
La realidad es que, con Julieta Manterola le dedicamos tres videos de YouTube al tema. Elegimos nuestras 10 películas favoritas, hablamos de 10 adaptaciones de Drácula y hasta hicimos un video sobre Vampiras. Esto quiere decir que, entre los dos, cubrimos casi 50 películas (en el primer video hablamos de 24, luego 12 y finalmente 10). Curiosamente, este sábado vi mi película N°50 de vampiros. Y bueno, la Hammer entiende sobre el tema. Dado que hizo nueve películas de Drácula –de las cuales vi cuatro, pero quién está contando (?)- y un total de 16 de Vampiros.  Pero bueno, dejémonos de números e historias personales, y vayamos a lo que importa…


(Not) Out of Context:

Si bien, posiblemente estemos inclinados a creer que la Hammer nació a finales de los 50, la realidad es que se fundó en 1934. Claro que en esa década no fue muy trascendente, dado que produjo solamente cinco películas, y ninguna de terror. Digamos también que durante ese período estaba pululando un señor de bigotito como el de Chaplin, pero que no era gracioso. Por lo que hacer películas en Inglaterra en ese momento quizás era un poco difícil. De esa década no hay demasiado para destacar, pero hicieron una película con el querido Béla LugosiThe Mistery of the Mary Celeste, y otra con un protagonista afroamericano, titulada Song of Freedom ¿Por qué me parece importante destacar esta película? Porque estábamos en un periodo donde el racismo estaba en auge.  

Un año después de esta película, la Hammer se declararía en bancarrota y no sería hasta dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, que volvería a producir películas. Aquí ya bajo la dirección del querido James Carreras.


- ¡Ah, ahora sí! ¡Terror!-.
- Mmm, todavía falta un poco...-. 

Hasta 1955 no existía tal cosa como el terror en la Hammer: estamos hablando de thrillerspelículas de espías y algún noir. Todo de bajo presupuesto. También se encargaba de la distribución de algunas películas. Sin embargo, si encontramos algunas cosas positivas durante los 50’: se compra Bray Studios (dónde se filmaron varios de los clásicos) y se contrata al queridísimo Terence Fisher. A él le debemos tres películas de Drácula, cinco de Frankenstein -entre ellas la maravillosa The Curse of FrankensteinThe Mummy y The Curse of the Werewolf. Si, más prolífico que Antonio Ríos (?). En este punto probablemente te estés preguntando… ¿Qué pasó en 1955? 

Ese año se adapta al cine The Quatermass Experiment de Nigel Kneale, que había sido un serial televisivo producido por la BBC. Aquí la Hammer fue inteligente: el serial ya había sido un éxito y, casi por transición, la película titulada “The Quatermass Xperiment” también lo sería. Teníamos un film de ciencia ficción y terror al que le había ido bien, por lo que la Hammer olió guita y dijo: esta es la mía. Es por eso que luego tendríamos una película “similar”: X: The Uknown (Norman & Losey, 1956) y la continuación de Quatermass. Esta última, titulada -de forma poco inspirada- Quatermass 2 (Guest, 1957).


Superada la primera prueba, había que buscar cosas para adaptar. Había una novela, en dominio público, a mano y una “franquicia” que no estaba siendo aprovechada. Estamos hablando de los Monstruos de la Universal, serie de películas que habían sido bastante populares durante las décadas pasadas. Con Frankenstein no había mucho problema porque la novela era de dominio público, aunque si hubo amenazas de la Universal. La imagen clásica del monstruo, con los tornillos en los costados y su tan particulares facciones -creadas por el increíble Jack Pierce-, eran propiedad del estudio. 

En 1957 tenemos The Curse of Frankenstein, la primera con Cushing y Lee juntos. Cuenta la leyenda que el segundo se quejó de no tener diálogos y el primero le dijo que con el guión que tenían era mejor no tenerlos. Esa charla sería el comienzo de una bonita amistad que duró más de 30 años. Pero no nos desviemos… Ya para 1958 la Hammer apuntaba a Drácula, y ahí sí tuvo que arreglar con Universal. Te spoileo (?) que todo salió bien y que gracias a eso tuvimos la hermosa Dracula de Terence Fisher, entre tantas otras películas de terror. 



Blood & Babes:

¿Cuál era la diferencia entre las películas de Universal y la Hammer? El color, definitivamente el color… Las películas de la Hammer no eran en blanco y negro, y por ese motivo tenemos sangre bien roja, capas, vestuarios llamativos y un hermoso –pero repetitivo- diseño de producción. Por su puesto que esto no serían las únicas amenities de la compañía, ya que se hablaba de “blood and babes”. Es decir que también teníamos a mujeres exuberantes, tales como Ingrid PittVeronica Carlson y Hazel Court.

Luego de estas dos películas fundacionales que mencioné tendríamos ocho películas más de Drácula, seis más de Frankenstein, cuatro de La Momia y, curiosamente, sólo una película de El Hombre Lobo. Bueno, quizás la película de El Hombre Lobo no es de la mejores...

La fórmula de la Hammer pudo seguir con relativo éxito durante los sesenta, hasta que a fines de la década se igualó lo de “blood and babes” en el nuevo continente: para fines de los sesenta teníamos la masificación del sexo y la violencia en el cine de Estados Unidos gracias al New Hollywood. La Hammer intentó reaccionar a estos cambios con lo que, para mí, fue un manotazo de ahogado: le agregó un poco más de sexo a sus películas y trató de “rejuvenecer” el material con el que trabajaba.

Al público ya no lo interesaba el terror gótico, que tan bien se le había dado a los británicos. Para los setenta ya no había demasiado que hacer, y sinceramente las películas de esa década parecían de los cincuenta, pero filmadas en el Londres contemporáneo. La realidad es que la Hammer ya no podía competir con el terror estadounidense. Para 1974 ya estaba en sus últimas, aunque la historia filmara su certificado de defunción en 1979. Pensemos que 1974 es el año en que se estrenaba La Masacre de Texas al otro lado del atlántico. Frente a esta película o a Last House on the Left (Craven, 1972) las películas de la productora británica parecían bastante ingenuas...

 

Tendrían que pasar 30 años para que fuera posible desenterrar a la compañía. Y, gracias a esto tenemos películas como la muy interesante Let me in (Reeves, 2010), la aceptable The Woman in Black (Watkins, 2012) o una que tengo pendiente: The Lodge (2019), de Veronika Franz y Severin Fiala. Podemos decir que la cosa tuvo un final feliz (?).



Sin lugar para los débiles:


Las películas que elegí para esta edición son dos de Drácula: la de 1958, dirigida por Terrence Fisher y Dracula AD 1972 de Alan Gibson. Gracias a estas películas podemos tener un panorama de cómo fue cambiando la Hammer

Dracula probablemente sea la mejor de la productora británica, primero que nada, porque tiene a un gran director como fue Fisher. Acá tenemos una versión renovada de lo que había hecho Browning 27 años atrás. Tenemos varios cambios en la historia, y a un Dracula más seductor. También tenemos la novedad de que los ojos se le tornan rojos en presencia de sangre.

Los hermosos colores de la Hammer brillan gracias al vestuario y diseño de producción, que son de lo mejor de la película. Pero también no podemos olvidarnos de la química entre Lee y Cushing. La película funciona por varias razones, como por su particular gusto por un gótico reinventado y sexy, pero también por las escenas dentro del castillo, que dan una sensación de claustrofobia muy particular. Christopher Lee, que tiene muy poco tiempo en pantalla, tiene una presencia imponente, y esta versión de Dracula es una de las primeras en vincular el vampirismo con la sexualidad de forma “explícita”. 



En el caso de Dracula AD 1972 nos encontramos en otro mundo, tanto dentro de la película como fuera. La película se permite un salto temporal de -aproximadamente- 90 años y, en una de las primeras escenas, tenemos a una banda de rock tocando en la casa de una familia aristocrática que se escandaliza por eso. Sinceramente, la Hammer, en ese momento, parecía estar más cerca de esa familia aristocrática que de la banda de rock. No se escandalizaba, pero le tocaba jugar en un mercado que no entendía demasiado. Ya habían pasado cuatro años de Night of the Living Dead, para poner un ejemplo. Aquí tenemos hippies, clubes nocturnos, y un poco de rock and roll. Ver a actores que solían trabajar en producciones góticas en unos años setenta que no lo parecen demasiado es un poco extraño, pero Cushing –muy atlético por cierto- y Lee hacen de tripas corazón ¿Es una gran película? No creo… Pero la disfruté bastante. De hecho, tiene una escena de invocación satánica que incluso me llegó a asustar. ­Quizás haya que entenderla como un producto de su época y disfrutarla, pero vos decidirás qué hacer con ella.



 ¿Qué podemos sacar en limpio de estas películas? Podemos ver una “actualización” de la Hammer. Pasamos del Castillo a una Iglesia abandonada y de los carruajes a los autos. Afortunadamente tenemos a los mismos actores. También podemos concluir que ya no había “country for the old men”. No obstante, el ocaso de la productora no evitó que hiciera dos de sus películas más extrañas: The Legend of the 7 Golden Vampires y Shatter, ambas coproducidas con la hongkonesa Shaw. Dicho sea de paso, The Legend fue mi película número 50 de Vampiros y cuenta con el plus (?) de tener kung-fu. Dicho sea de paso, hay otra relación entre las películas: ambas son referenciadas en la miniserie Dracula (Gatiss & Moffat, 2020). A este "nuevo" Dracula también se le ponen los ojos rojos en vista de sangre y, en el tercer capítulo, tenemos a la Doctora Van Helsing reposando en la habitación AD 72. Esto quiere decir que, en mayor o menor medida, ambas dejaron un legado. 


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Si te interesó el tema y querés profundizar podés chequear  mi lista de películas de vampiros en Letterboxd, o ver mi video sobre 10 adaptaciones de Drácula. También había escuchado el capítulo de un podcast estadounidense sobre la historia de la productora, pero no lo pude trackear. Si tenés muchas ganas podés escuchar este capítulo (en inglés) de otro podcast, donde hablan un poco sobre el tema, pero van hacia otras tangentes.