Braindead (1992):
Duración: 104 Minutos
Dirección: Peter Jackson
Guión: Stephen Sinclair
Peter Jackson
Frances Walsh
Protagonistas: Timothy Balme
Diana Peñalber
Elizabeth Moody
Bastante antes de los 17 Oscars por la trilogía del Señor de los Anillos, Peter Jackson se dedicó al cine de género con películas como Bad Taste (1987) -su ópera prima-, la película que hoy estoy analizando y The Frighteners (1996). Braindead fue un fracaso en taquilla -recaudó menos de la décima parte de su prespuesto- y fue prohibida en distintos países para luego ganar un muy merecido status de culto.
Dada la pequeñez de la película, no puedo no ver a un Jackson cinéfilo y apasionado del terror haciendo lo que sea para rodar. La introducción del mono-rata de Sumatra con un atípico pero bello stop motion me hace trazar un paralelo con el Burton de sus inicios: ambos jóvenes creativos con mucho amor por sus proyectos y dándoles su craft personal. Braindead es un desfile de referencias al cine de género pero con un twist. Así, si bien el humor está inspirado en Evil Dead, aquí este es llevado hasta sus últimas consecuencias. Algunos encuadres y escenas también parecen dialogar con Romero, pero con una plasticidad diferente. De todos modos es importante señalar que la película es única: incluso habiéndola visto 29 años después de su estreno, tiene cosas que no he visto en ninguna otra cinta de zombies de los últimos años. El honor de ser una de las películas más sangrientas de todos los tiempos está bien ganado, y en ese sentido no sólo generan repulsión ciertas escenas sino también carcajadas.
Las actuaciones son más bien camp, tono que también se ver reflejado en la construcción de personajes. Eso, sin embargo, no impide que el guion tenga distintas capas. La relación entre Lionel y su madre nos hace pensar en The Birds (Hitchcock, 1963) y Psycho (Hitchcock, 1960). Por lo tanto tenemos un background psicológico para explorar y que hará que nuestro personaje principal pueda evolucionar. Tenemos esa cuestión edípico-freudiana en el medio de la historia, pero también temas como nuestras obligaciones para con otras personas, las responsabilidades morales que tenemos que asumir y la idea del nido vacío.
Los subtextos sin embargo no imposibilitan que Braindead sea un película trepidante, dándonos poco espacio para respirar y procesar lo que vemos. A pesar del ritmo rápido, las escenas de acción están tan bien coreografiadas que parecen naturales. Jackson también se da el lujo de homenajear al cine de artes marciales con un padre pateando zombies. El gusto por esta película, uno adquirido por supuesto, también está en el hermoso body horror y gore que nos propone. Este deleite visual no sería posible sin el esforzado de trabajo del departamento de dirección de arte (Ed Mulholand), diseño de producción (Kevin Leonard-Jones) y por último pero no menos importante: maquillaje. De esta forma tenemos todo tipo de ingeniosas amputaciones, vísceras que se mueven -si, se mueven- y una mezcla entre sangre, huesos y tendones desparramados por doquier. En ciertos momentos de la vida se vuelve necesario ver lo cómico en lo trágico, y en ese sentido tenemos la ventaja de poder abrazar un súbgenero poco conocido y reconocido como es la comedia de terror. Aceptando ese punto de vista la vida se hace más tolerable, y eso nos lleva a que agradezcamos que existen películas como esta.