Canción sin nombre (2019):
Duración: 97 Minutos
Dirección: Melina León
Guión: Melina León
Michael J. White
Protagonistas: Pamela Mendoza
Tommy Parraga
Lucio Rojas
Película peruana nominada a la Cámara de Oro (Mejor Ópera Prima) en el Festival de Cannes. Llega a toda latinoamerica años después de su estreno, situación similar a la de Retablo (Delgado-Aparicio, 2017). Ambas de hecho están disponibles para verlas por su inclusión en el catálogo de Netflix. Curiosamente la cinta de Melisa León es distribuida por Tondero, productora de dudosa reputación que nos trajo películas como Asu Mare I,II, Locos de Amor I, II, o El Gran León -si, una remake de Corazón de León aunque usted no lo crea-, pero que también fue responsable por Magallanes (Del Solar, 2015).
Fernanda Solórzano en su review señaló la ineludible remisión a Roma (Cuarón, 2018) que nos trae la película. Por supuesto que las diferencias de presupuesto entre ambas son completamente inconmensurables, pero las escenas de parto sin dudas comparten similitudes: en ambas la cámara parece tener casi la misma intención y posicionamiento. Creo, no obstante, que Canción sin Nombre se las ingenia muy bien para su más que módico presupuesto. Las escenas de exteriores de Ayacucho se ven muy bien, ayudadas por esa niebla característica de Perú, y la escena de Iquitos realmente la vuelve un lujo. No obstante, la película no parece filmada para turistas: si bien hay danzantes de tijeras estos no hacen una gran exhibición de su habilidad. Y si bien las secuencias que nos muestran bailes, canciones y la vida ayacuchana se desvían un poco de la trama, son bastante sobrias. Si se lamenta la carencia de color cuando aparecen los danzantes, porque suelen usar una vestimenta hermosamente colorida.
Respecto a la fotografía -del experimentado Inti Briones- tengo mis reservas: primero que nada no entiendo la elección del formato 1.33:1, y luego siento que al usar el blanco y negro nos perdemos un poco del "ritmo, color y sabor" que caracteriza a Perú, citando a Eva Ayllón. Es indudable que tiene tomas donde la luz está bien trabajada y la composición del plano también, pero a nivel global es algo irregular. En ese sentido tampoco ayuda al ya lento ritmo de la película ciertos travellings descriptivos. Algo que no falla es la música (Pauchi Sasaki) que ayuda a la perfección a la construcción de un ambiente que oscila entre drama y thriller -agradezo esa oscilación-, y nos hace disfrutar de música tradicional. Probablemente la película sea mejor entendida por personas que conocen la historia del Perú y/o son peruanos. Un ejemplo de eso es el diario donde trabaja Pedro (bien intepretado por Tommy Párraga) llamado La Reforma, en una clara referencia al diario La República -aquel que sacara la tapa de su diario completamente en blanco luego del autogolpe de Fujimori y la intervención de los diarios- y el contexto multicapa que nos muestra a un Alan García en su primera presidencia en tiempos de hiperinflación y en uno de los momentos más complejos de la lucha contra el terrorismo. Respecto a este último punto es digno de mención su enfoque relativamente sutil respecto a Sendero Luminoso. Además en el centro de la trama está la valiente denuncia del robo de niños en democracia.
Por último, y para cerrar esta extensa crítica, es fundamental señalar la gran actuación de Pamela Mendoza en un rol completamente creíble, y cuya desesperación nos produce dolor y ansiedad. Incursionar en cines distintos es bastante complejo, y la adaptación a su atmósfera es similar a la adaptación a la altura: lleva su tiempo y su procesamiento. No obstante, esa adaptación y el alejamiento inicial que producen ciertas decisiones estéticas y técnicas, es recompensada con una película que probablemente no vayan a olvidar, y eso es mucho decir para días y años como estos.
Mi Calificación: 7 (siete) Buena
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