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domingo, 31 de julio de 2022

 

Doble Función #3: PRIDE 

Hoy vamos a hablar del elefante en la habitación. Si me siguen en Instagram seguramente habrán notado la poca cantidad de contenido LGBT+ que he subido durante este mes, a pesar que la temática me toca a nivel personal. Probablemente haya dos motivos para eso: primero que la Marcha del Orgullo en Argentina se celebra en Noviembre, y segundo porque las marcas explotan este mes para vender cosas con arcoíris y cambian sus logos para poner al susodicho cuando en su vida contrataron a una persona de la comunidad. 

Pero bueno, dejemos mis ranteos para otro momento (?). A pesar de estas cosas, siempre es posible aprovechar determinadas fechas para generar un contenido realmente interesante para quienes me leen, escuchan o ven. Por eso, aunque prometí hablar de noir y spaghetti western, vamos a aprovechar la entrega de hoy para hacer un paréntesis y hablar de dos películas, si bien conocidas, diferentes. 


Películas (realmente) LGBT+:



Para empezar, me parece interesante mencionar por qué en Argentina se celebra la Marcha del Orgullo en Noviembre. Esto nos lleva a 1967, dos antes a la Revuelta de Stonewall, y a la época del onganiato en Argentina, una de las dictaduras más salvajes del país. En Gerli, Provincia de Buenos Aires, se fundaba el movimiento “Nuestro Mundo”, conocido como el primer “intento de organización homosexual en Argentina”. Sin embargo, no quiero profundizar demasiado al respecto, porque Sexo y Revolución de Ernesto Ardito trata muy bien el tema y también entrevisté a su director al respecto.


Yendo un poco más a lo que nos atañe, hacer una lista de películas LGBT+ interesantes es bastante complejo, dado que las más conocidas no fueron hechas por personas de la comunidad. Es por esa razón que todavía no me animé a hacer un video de Youtube sobre el asunto, pero la lista de películas que estuve armando durante estos años ya está bastante pulida. Al hablar en este newsletter sobre solamente dos películas, distintas orientaciones sexuales e identidades van a tener que quedar afuera, pero para tratar de compensar estas ausencias mencionaré algunos títulos que me parecen interesantes.
Si querés ver una película con un personaje bisexual como protagonista te recomendaría Cabaret (Fosse, 1972), si querés un personaje queer en el centro de la acción no está mal Titane (Ducournau, 2021). Si estás buscando personajes trans interpretados por personas trans la indicada es Tangerine (Baker, 2015) y si querés una con un personaje intersex podés acudir a XXY de la gran Lucía Puenzo. Hechas todas estas menciones, seguramente te diste cuenta que vamos a hablar de la “L” y la “G”. 



    


Si la película de Bemberg, estaba ambientada en México durante el siglo XVII, ahora pegamos un salto temporo-espacial y nos vamos a Buenos Aires en los años noventa. Allí, un loco hongkonés decidió hacer una de las películas más bellamente filmadas de todos los tiempos. Aquí los protagonistas son una pareja gay hongkonesa que intenta recomponer su relación en Buenos Aires. El retrato de la relación y el afecto que tienen entre ellos resulta sincero y realista -no como el de Call me by your name (Guadagnino, 2017). No es o, al menos, no parece una película pensada desde una perspectiva heterosexual o masculina-femenina. Por otro lado, Buenos Aires está filmada de una forma que nunca pude imaginar y, bajo la perspectiva de un extranjero, parece una ciudad completamente diferente. El encargado de la fotografía fue el australiano Christopher Doyle, habitual colaborador de Wong. A Doyle le debemos In the mood for love  y Chunking Express, pero también la remake de Psycho (Van Sandt, 1998). El australiano fotografió como nadie Puerto MaderoLa BocaMisiones, e incluso Rutas ProvincialesDicho esto, con Happy Together no sólo tenemos una historia de amor poco idealizada, sino que también tenemos cierto ambiente onírico y por qué no, cine poético. 


¿Qué une a ambas películas? Principalmente que ambas están filmadas en Latinoamérica y que nos llevan a escenarios prácticamente impensados. Quizás aproveché el contraste entre protagonistas masculinos y femeninos, pero ambas películas nos hacen entender qué es el cine: la posibilidad de pensar lo (hasta ahora) impensable. Ambos directores atravesaron diversas dificultades para llevar a cabo sus proyectos, pero lo que importó al final fue la determinación que tenían para contar sus historias. El resto fue historia. 


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Hasta aquí llegó la edición de hoy ¿La disfrutaste?¿Sumaste películas a tu watchlist? Bueno, quizás sean demasiadas preguntas. Pero si las respuestas son afirmativas podes hacer muy feliz a alguien diciéndole que se puede suscribir aquí. También me podés escribir a este mismo mail si tenés comentarios, sugerencias o propuestas (? Si te interesó el tema y querés profundizar podés ver mi lista de Letterboxd de Películas LGBT+, ver mi video de Youtube sobre María Luisa Bemberg y mi Entrevista a Ernesto Ardito.  

sábado, 23 de julio de 2022

 

Doble Función #2: Stick it to the man!


Hoy voy a hablar de más íntimos deseos… ¿Te asustaste? No te asustes, están vinculados al cine y no al erótico. No suelo hablar mucho de mi vida, pero por ahora somos una pequeña familia en Doble Función y, por eso, les cuento esto. Probablemente sepan que estoy obsesionado con el cine y, uno de mis mayores deseos (hasta ahora trunco) es armar un cineclub. 


Estuve bastante cerca, y el primer mes del mismo iba a estar dedicado al cine Noir, el segundo a Blaxploitation y el tercero a Spaghetti Western. Como ese proyecto no pudo ser, voy a aprovechar para hablar de estos géneros, que me gustan bastante, por acá. 


Sin más preámbulos, en esta segunda edición, vamos a hablar de dos películas de un subgénero del exploitation. Si, adivinaste, son dos películas del blaxploitation. Así que ¡a la carga compañerxs! 


Algo habrán hecho:

 

En la edición anterior hablamos de una película de 1971, y de los conflictos raciales y políticos de esa era en Estados Unidos. 1971 también es el año de nacimiento del blaxploitation. El padre de la criatura fue Sweet Sweetback's Baadasssss Song del querido Melvin Van Peebles, que nos dejó el año pasado. Para esa época habían pocas películas protagonizadas por afroamericanos (Sidney Poitier era la excepción) y mucho menos dirigidas por afroamericanos (Oscar Micheaux era la excepción). Las race films, que empezaron en 1915, habían quedado atrás a principios de los 50. Por lo tanto, había un mercado completamente desatendido: el afroamericano. De esta forma, Van Peebles, con su propio dinero y un préstamo de Bill Cosby (miedito) filmó en 19 días su ópera prima. 


Sweet Sweetback’s estaba bastante lejos de ser un obra maestra, pero tenía un personaje que se rebelaba contra The Man (el hombre blanco o por qué no el racismo sistémico). Por ese motivo, la película de Van Peebles rompió la taquilla: le hablaba a un público al que (casi) nadie se había dirigido antes y menos de esa manera ¿Los estudios se volvieron menos racistas y empezaron a producir películas de autores afroamericanos? ¡Claro que no! Olieron guita, y empezaron a producir películas –generalmente thrillers- con protagonistas afroamericanos pero dirigidas por blancos. Ejemplos de estas películas son Foxy Brown (Hill, 1974) o Cleopatra Jones (Starrett, 1974). Quizás no sean lo mejor del subgénero... Esto no quita que hubiera directores afroamericanos autofinanciados como Gordon Parks, Gordon Parks Jr. y Fred Williamson, entre otros. Probablemente las mejores películas hayan sido dirigidas por afroamericanos, y en esos casos tenemos a Shaft (Parks, 1971), Superfly (Parks Jr. 1972), Blacula (Crain) y Cotton Comes to Harlem (Davis, 1970). 



 Las películas eran generalmente thrillers con protagonistas afroamericanos que solían ser policías, dealers, o proxenetas. Su objetivo era luchar contra la injusticia racial a su manera. El villano solía ser blanco, los soundtracks eran increíbles y, en general, las películas estaban filmadas en locación. También se caracterizaban por tener bastante sexo y violencia, como toda película exploitation de bien (?) Por las temáticas te habrás dado cuenta que era un subgénero que no ayudó demasiado a la comunidad afroamericana en la lucha contra los estereotipos raciales. Por eso, solían ser boicoteadas por los activistas de la época. El blaxploitation tuvo desafortunadamente una mecha bastante corta: los estudios destinaban presupuestos cada vez más pequeños y el tiempo de rodaje era cada vez menor. De esta forma, las audiencias se fueron cansado de estas películas y el boicot de los activistas se fue volviendo cada vez más fuerte. Para 1975 ya encontrábamos al género en decadencia, tanto por la calidad de las películas como por la decisión de las productoras (blancas) de abandonar el barco.

Policías que no son racistas:


Para la edición de hoy elegí dos películas del subgénero que tienen directores afroamericanos: Cotton comes to Harlem (Davies, 1970) y Shaft (Parks, 1971). Tenemos a una pareja de policías por un lado y a un policía solitario por el otro. Ambos intentan resolver crímenes sin preocuparse demasiado por el procedimiento. En las dos películas vemos cierta brutalidad policíaca y a protagonistas que son respetados por su experiencia en las calles de su ciudad. Esto hace que puedan operar con cierta tranquilidad. Shaft (1) por un lado, Grave Digger y Coffin Ed (2) por el otro, intentan proteger a sus comunidades de una guerra racial (1) y de una estafa de miles de dólares (2).


Como buena parte del blaxploitation, las dos películas tratan cuestiones políticas. Eso si, siempre desde sus idiosincracias: Shaft trata cuestiones de sexualidad, masculinidad y las dinámicas poder, mientras que Cotton comes to Harlem se enfoca en la situación cultural afroamericana, refiriéndose al movimiento Back to Africa y dando cuenta de la estética afroamericana de la época –que estaba inspirada en sus raíces africanas-. En lo que respecta al tono, la segunda tiene elementos de comedia que la hacen bastante fresca, mientras que la primera tiene un tono más solemne. 



Shaft no es una obra maestra: tenemos bastantes escenas dónde el protagonista no hace más que caminar de un lado a otro, y los diálogos entre los personajes son bastante parcos. No obstante, es realmente de otro mundo para esa época -y para la actual- ver a un protagonista afroamericano en una posición de poder y especialmente uno que tiene la presencia de Richard Roundtree. El actor se convirtió en un sex symbol de la comunidad y redefinió el concepto de black is beatiful. Dicho esto, sería injusto no reconocer el gran trabajo de vestuario que tiene la película. También te vas a encontrar con un gran soundtrack, pero con una mala edición de sonido. La producción seguía el, respetable, principio del DIY. A pesar de sus limitaciones también vas a encontrarte con locaciones interesantes y una buena fotografía. Lo que si no esperes algo con un ritmo trepidante. 



Con Cotton comes to Harlem si vas a encontrar algo un poco más inspirado. Tiene buenas escenas de acción -con una persecución maravillosa en el primer acto- y un humor bastante fluido. Personalmente creo que Cotton sirvió de inspiración a varias películas bastante posteriores, como Bad Boys (Bay, 1995) y Beverly Hills Cop (Brest, 1984). También vas a encontrar las mismas virtudes que tenía Shaft, pero amplificadas: tiene una fotografía y locaciones maravillosas. Por supuesto que nada es perfecto: como varias películas del género es bastante confusa a nivel narrativo y tiene un pacing irregular. 


A pesar de que estas películas tengan su contenido político este no se siente acartonado, y el principal objetivo que tienen es entretener a la audiencia. El blaxploitation, a pesar de sus contradicciones, logró llevar a la cultura afroamericana a lugares inusitados (como la pantalla grande) y a un público masivo. Sería difícil pensar la industria cultural afroamericana de nuestros tiempos sin el trabajo previo de pioneros que arriesgaron sus ahorros y reputaciones para poder contar sus historias.


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Hasta aquí llegó la edición de hoy... ¿La disfrutaste? ¿Sumaste películas a tu watchlist? Si ese es el caso te podés suscribir al newsletter aquíSi te interesó el tema y querés profundizar podés escuchar el capítulo de The Tinsel Factory sobre Blaxploitation (en inglés) acá. O ver el siguiente documental (subtitulado al español). También tenés mi video de YouTube de películas con protagonistas afroamericanos. Ah! Y mi lista de Letterboxd.


domingo, 17 de julio de 2022

 

Doble Función #1: Identidades Desconocidas


En esta primera edición, vamos a hablar de dos películas que fueron un fracaso en taquilla, y posteriormente ganaron status de culto. Las películas son respectivamente de 1965 y 1971. Mientras que la primera era de un director ya bastante experimentado, la segunda era una película debut de un director que en ese momento no conocía ni su vieja (?) 


¿Son películas slowburn? Seguro ¿Son un poco arties e independientes? También. Bueno, no te vayas, te prometo que están buenas. 


Identidad, yo y roles sociales:


 Los años sesenta y setenta fueron años bastante movidos en Estados Unidos: fue la época del movimiento por los derechos civiles, la Guerra de Vietnam y hubo diversidad de asesinatos políticos. Era un período de formación de nuevas identidades y de cuestionamiento de las viejas. Mientras tanto, la ciencia ficción ya venía desde los años cincuenta preguntándose qué es el ser humano. Esa búsqueda se encontraba en películas como The Invasion of the Body Snatchers (Siegel, 1956).

Por otro lado, la posguerra fue un período de gran crecimiento económico en Estados Unidos. La población tuvo acceso a distintos bienes de consumo que antes estaban reservados solamente para algunos sectores sociales. Para 1964, Herbert Marcuse publica “El hombre unidimensional”, un libro que habla sobre cómo el progreso económico y técnico se ocupa de generar nuevas formas de dominación. Esa dominación se realizaba mediante herramientas que, a nivel potencial, deberían generar lo contrario. Así salieron películas que se preguntaban sobre la identidad del ser humano y el rol social de las personas en un sistema que no parecía prometer una existencia satisfactoria a nivel espiritual. Ejemplos paradigmáticos de esa búsqueda son dos películas que salieron el mismo año: Easy Rider (Hopper, 1969) y Midnight Cowboy (Schlesinger, 1969).  Las dos están protagonizadas por solitarios excluidos del sistema, y cuyos caminos no terminan del todo bien. Recordemos que para esa época el sueño hippie estaba llegando a su fin: primero por el caso Tate-LaBianca y luego por el asesinato de Meredith Hunter en el Altamont Speedway Free Festival

Realizada esta introducción histórica, las películas que elegí para esta edición son: son Seconds de John Frankenheimer y THX 1138 de George Lucas.

En las dos películas tenemos a protagonistas que tienen una vida “normal”: tienen trabajo estable, vivienda, y no cuestionan demasiado su existencia. Sus vidas se transforman cuando un hecho disruptivo les hace extrañarse de su vida y de su entorno. En Seconds tenemos a un empleado bancario, mientras que en THX a un operario que trabaja en una fábrica. El empleado bancario sencillamente está cansado de su vida habitual, mientras que el operario está inserto en una sociedad totalitaria movida únicamente por la producción y el consumo. 


En Seconds, el cambio de identidad se produce de “forma voluntaria”, pero el protagonista es obligado a mantenerse dentro de los límites de esta nueva forma. Mientras que en THX el cambio de identidad del protagonista parece inevitable: simplemente le cambian las drogas que estaba tomando y THX se vuelve completamente improductivo. Quizás la película de Frankenheimer sea, de hecho, más pesimista que la de Lucas: parecería que no hay opciones de escapatoria en ese universo. En THX existe, al menos, una pequeña esperanza.  

Es importante señalar que Seconds es una película que se encuentra en la línea entre el sci-fi y el thriller porque la identidad y el yo -depende de cómo se enfoque- son temas que se pueden abordar desde ambos géneros. Si vamos hacia sus elementos de sci-fi podemos decir que por su estilo es bastante diferente a las películas norteamericanas de su tiempo: Seconds es un slowburn muy europeo y con una fotografía absolutamente increíble, cortesía de James Wong Howe. Antes de profundizar mi análisis es interesante destacar cómo pensó la película Zizek. Para él, Seconds es sobre el cumplimiento de nuestros deseos (y las pesadillas que trae). Eso quiere decir que no siempre queremos lo que soñamos, como bien nos advierte nuestra eventual indignación con nuestro inconsciente.

  

THX 1138 tiene, para mí, uno de los mejores diseños de producción de la historia del sci-fi. Si bien tiene cierta inspiración de Metrópolis (Lang, 1927) por su estética y por la idea de una ciudad subterránea, resulta claro que la cinta de Lucas inspiró a muchas otras. La película es capaz de recibir múltiples lecturas y, primeramente, la pensé a través de la clásica alegoría platónica: THX 1138 escapa de la caverna para acceder al conocimiento verdadero y conocerse a si mismo, que al fin y al cabo es la forma más fundamental del conocimiento.


Para concluir podemos decir que ambas películas son reflejos de una misma sociedad: los Estados Unidos de fines de los sesenta y principios de los setenta. Allí las identidades eran similares y estaban determinadas por la producción y el consumo. En las dos películas de las que hablé los protagonistas se rebelan contra la maquinaria con mayor o menor éxito y viven en sociedades que no les dejan ser ni soñar. Con el diario del lunes, probablemente Seconds sea la más precisa en su diagnóstico: plantea un escenario donde no hay escapatoria.


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Hasta aquí llegó la edición de hoy... ¿La disfrutaste? ¿Sumaste películas a tu watchlist? Si ese es el caso te podés suscribir al newsletter aquíSi te interesó el tema y querés profundizar podés leer mi artículo sobre los tropos del sci-fi acá, o chequear mi lista de Letterboxd.