Doble Funcion #5: Desde la luz a la oscuridad
Hoy cerramos la triple “promesa” que había hecho hace unas ediciones atrás: voy a hablar de un género, o estilo, que me encanta. Algunos comparten este sentimiento conmigo, mientras que otros dicen que está sobrevalorado. Tardé bastante en llegar a él, pero esta vez fue simplemente por no haberlo escuchado nombrar.
No voy a mentirte, es un poco de nicho. No obstante, probablemente hayas visto alguna película que sumó el prefijo “neo”. Haciendo memoria, probablemente yo también lo haya conocido gracias a un “neo” de los últimos años, pero en su momento no profundicé en él. Es por eso que a su versión “clásica” me acerqué hace relativamente poco, gracias a una película del “peor” director de la historia del cine. Dicho sea de paso, es una película bastante buena, e interesante. Pero bueno, dejemos el debate sobre Ed Wood para otro momento –ya hablé de él acá, de todos modos-. Sin más que decir, arranquemos.
La frase de la “reina de las B movies” –y actriz de la increíble The Killing (Kubrick, 1956)- tiene, en verdad, mucho sentido. Con el noir no basta sólo con contar su historia, porque es también un estilo. Pero vayamos por partes, como dijo Jack El Destripador (?)
¿Qué podemos sacar en limpio de la frase de Windsor? Primero que nada, tiene razón: mientras se estaban filmando no se denominaban así. Nadie decía "estoy haciendo un film noir".
Si bien el término data del año 46’, la denominación no sería adoptada en “gran” escala -es decir, por la crítica- hasta los años 70. Y no provendría de Estados Unidos, sino de Francia ¿Viste? De algún lado tenían que haber salido esos policiales franceses extraños cómo Shoot the Piano Player (Truffaut, 1960), Sin Aliento (Goddard, 1960) o Le Samouraï (Melville, 1967).
Los noir también son, en general, historias de detectives con personajes icónicos del género como Sam Spade o Phillip Marlowe. Estos dos detectives fueron producto de la pluma de Dashiell Hammet y Raymond Chandler. Al primer detective lo podemos ver en El halcón maltés (Huston, 1941), y al segundo en The big Sleep (Hawks, 1946). De aquí deducimos una característica del género: suelen ser adaptaciones de grandes novelas negras/hard boiled de la época.
Quizás en lo último que dijo la buena de Marie reside el quid de la cuestión en lo que refiere al noir: la “poca luz” o, hablando más técnicamente, la iluminación en clave tonal baja. Para esto hay varias razones: primero que nada, al usar menos equipo eléctrico las películas salían más baratas –en una época dónde escatimar era fundamental-. Segundo: algunos de los directores eran herederos o formaron parte del expresionismo alemán, y el estilo oscuro y sombrío de la fotografía maridaba perfectamente con la atmósfera nihilista de las películas. La fotografía del noir se caracterizaba por un fuerte uso del contraste, cierta exageración de las sombras y pocas fuentes lumínicas.
Con esto podemos cerrar las características estilísticas del noir –género cuyas películas también se caracterizan por siempre “terminar mal”-. Ahora vamos con un poco de contexto.
Corría el año 1933 y un tipo con un bigote parecido al de Chaplin, pero para nada simpático, asumía la cancillería en Alemania. Por ese motivo -y especialmente después de la Noche de los cuchillos largos-, miles de personas tuvieron que escapar de Alemania, especialmente aquellos de religión judía. Probablemente te suenen algunos de los directores que emigraron (forzadamente) a Estados Unidos: Fritz Lang, Robert Siodmack y Billy Wilder, entre otros.
Cineastas, directores de fotografía y técnicos trajeron a Estados Unidos una forma distinta de hacer cine, influenciados por el expresionismo alemán -que ayudaron a construir-. El expresionismo alemán, con películas increíbles como El Gabinete del Dr. Caligari (Wiene, 1921) y Nosferatu (Murnau, 1922) trajo el uso exagerado y “poco realista” de las sombras, una iluminación muy particular de los rostros, y, más que nada, una atmósfera sórdida -e incluso macabra- vinculada al zeitgeist alemán.
Los noir, aunque hay historiadores que ya los encuentran a fines de los 30, tardaron unos años en llegar. De hecho, se podría trazar un paralelismo con el ingreso de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial y la salida del primer noir “oficial”. Entrecomillo oficial porque no hay un acuerdo sobre cuál fue el primer noir: algunas fuentes le atribuyen el título a Stranger on the third floor (Ingster, 1940). Yo sinceramente no estoy para estas polémicas (?) Volvamos...
El estreno de El Halcón Maltés llegaría en Octubre de 1941, unos meses antes del ataque japonés a Pearl Harlbor. Antes y después de la película se vislumbraba un clima social bastante poco optimista y el noir reflejaba esa visión del mundo. Los protagonistas suelen ser antihéroes que se enamoran de una femme fatale -personajes arquetípicos del género-. Es decir, estábamos en un tiempo de desengañosSe suele considerar al año 1958 como el último del noir clásico.
Luego de El Halcón Maltés seguirían películas como Laura (Preminger, 1944), Double Indemnity (Wilder, 1944) o Detour (Ulmer, 1945). Finalizada la Segunda Guerra empezaría una importante proliferación del género, llegando incluso a países como Inglaterra, con películas como The Fallen Idol (1948) o The Third Man (1949), ambas dirigidas por Carol Reed. En los cincuenta tendríamos algunos film noir que se acercaban a otros géneros y se animaban a diversificar las historias, hablando sobre temas variados como: la industria fílmica, el mundo del espectáculo y los deportes. También la estilización se volvería más compleja.
Se suele considerar al año 1958 como el último del noir clásico. Curiosamente, ese año salió una de las mejores películas del género, como es, Touch of Evil del magnífico Orson Welles. Para fines de los cincuenta ya teníamos películas bastante diferentes a las que caracterizamos antes, y la cosa siguió con las películas francesas que ya mencionamos -que reversionan bastante al género-. Esto quiere decir que nacía el neo-noir, que tantas alegrías nos daría.
Durante los últimos años nos acostumbramos a ver distintas películas “meta”. Es decir, películas que hablan sobre películas. Sin embargo, esto no es nada nuevo. Como les decía, para los años cincuenta, los temas que abordaban los noir se fueron diversificando y, por eso, llegaron a reflexionar sobre la misma industria que los producía.
Para esta entrega elegí dos películas “meta” sobre guionistas. No te vayas, te prometo que son bastante divertidas. Las películas en cuestión son: In a lonely place (Ray, 1950) y Sunset Boulevard (Wilder, 1950).
In a lonely place tiene como protagonista a un guionista que no está en su mejor momento. Eso cambia cuando conoce a una mujer que le da una perspectiva distinta de la vida. Por supuesto que no estamos frente una película romántica: nuestro guionista es bastante violento, y su novia empieza a sospechar que puede ser el perpetrador de un asesinato que lo tiene como principal sospechoso. La película tiene a un gran Humphrey Bogart y a una gran Gloria Grahame. Además, logra generar una tensión e incomodidad impactantes. Está maravillosamente filmada, y esto resulta evidente cuando tenemos a un cineasta de la talla de Nicholas Ray en la silla de director. Creo que esta película nos es bastante útil a la hora de pensar la idea de desengaño que saqué a relucir varios párrafos atrás. Hay un claro desengaño amoroso, y la mujer enamorada tiene que luchar contra la idealización de su pareja. Lo interesante de la película reside en los matices de nuestro guionista, Dix. Es un veterano de guerra, y si bien es capaz de la más extrema violenica, parece conmoverse con personas a las que el paso del tiempo les fue cruel. Claro que esto no justifica sus acciones, pero le da a Bogart un vehículo expresivo diferente, y por eso se dice que fue su mejor papel.
Sunset Boulevard es para mí la mejor película del género, porque sabe combinar humor negro -véase la tan particular escena funeraria- con personajes psicológicamente profundos y, a su vez, nos habla sobre la transición del cine silente al sonoro. Como si esto fuera poco, la película es meta por dónde se la vea: está protagonizada por una estrella del cine silente -caída en desgracia- como fue la increíble Gloria Swanson y coprotagonizada por un gran director del período como fue Erich Von Stronheim. Tanto la actriz como la protagonista tienen su momento de gloria. El protagonista masculino es un guionista venido a menos huyendo de sus acreedores. Por un lado tenemos a una actriz ermitaña, completamente alejada de la realidad, que sueña con volver al estrellato. Por el otro a un guionista, de dudosa moral, que decide aprovecharse de la fortuna de la actriz.
Si te interesó el tema y querés profundizar podés leer mi artículo sobre Orson Welles donde hablo de dos de sus tres noir, chequear mi lista de Letterboxd que tiene casi 30 películas del género o pegarle una ojeada al libro “Film Noir: films of trust and betrayal” de Paul Duncan.
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