-The Killing of a Sacred Deer-
Duración: 121 Minutos
Director/a: Yorgos Lanthimos (Colmillos, Alps, Langosta)
Guión: Yorgos Lanthimos
Efthymis Filippou
Actores/actrices: Colin Farrell
Nicole Kidman
Barry Keoghan ('71, Mammal, Dunquerque)
Ficha en IMDb
Ficha en Wikipedia
El curioso nombre de la película viene del final de la tragedia "Ifigenia en Áulide" de Eurípides, claro que nuestro director sabe de que tratan estos asuntos, porque es de la tierra de la tragedia, de hecho es ateniense. Este drama representa segunda colaboración entre Nicole Kidman y Colin Farrell, quienes trabajaron en la también premiada en Cannes, El Seductor.
Probablemente "killing" no sea la palabra más adecuada para referir a uno de los puntos centrales de la película, al menos no es como Martin (interpretado por Barry Keoghan) querría verlo. El hecho en sí, del cual es difícil hablar sin spoilear, difiere de la tragedia de Eurípides, donde hay un sacrificio, cosa que Martin señalaría, en la situación de la familia Murphy, como lo más cercano a la justicia. La elección de nuestro protagonista, Steven, si bien tiene algo de sacrificio es algo débil, por su voluntad de generar una cuota de azar en el hecho, evitando así una mayor responsabilidad moral.
Si tanto hablamos de una cuestión moral, es porque así se nos presenta un afilado guión que nos genera dos preguntas: ¿hasta dónde puede llegar una familia? y ¿qué hacer cuando un acontecimiento escapa a toda racionalidad? Los diálogos de The Killing of a Sacred Deer, escapan a la racionalidad, poseen cierta apatía e indiferencia, pero nos conectan con ese estado psicológico tan particular. Esta inmersión psíquica sería menos efectiva si no se contara con un magnífico trabajo de diseño y edición de sonido (Johnnie Burn), en manos de un multitasking técnico. La música también corresponde al ambiente sonoro tan particular y extraño de toda la película.
La gran historia, afortunadamente, está respaldada por serias actuaciones: especialmente dos muy parejas, como la de la siempre cumplidora Nicole Kidman y del intrigante Barry Keoghan. Poco sabemos del personaje de Barry: ¿es psíquico? ¿aplicó algún maleficio a la familia Murphy? Keoghan se encarga de dejarnos con pocas respuestas, con un trabajo hipnótico. Este último adjetivo quizás sea uno de los más acertados para describir el visionado de la película, si bien tiene un ritmo pausado, es difícil dejar de verla. El control del ritmo de las situaciones está dominado casi a la perfección. Otro detalle apreciable en el visionado es el buen trabajo fotográfico (Thimios Bakatakis) que se encarga de dominar tomas con poca luz, el uso de la subjetividad, y el aspecto claustrofóbico de las miradas subjetivas.
La desesperación parece ser el hilo conductor de la mirada, por eso tantas tomas nocturnas -la noche es la hora del insomnio, de las decisiones fatales- a la vez que cierto alejamiento con planos cenitales o algún picado particular nos deja tomar cierta parcial neutralidad sobre la acción.
El Sacrificio del Ciervo Sagrado nos presenta un ambiente psíquicamente enfermizo, que si nos produce espanto o rechazo tampoco podemos dejar de ver, aunque nos sangren los ojos como a Bob. Su estilo desesperante, nocturno e hipnótico, nos conduje por 121 minutos intensos. La pericia del director está complementada con buenas performances y logrado trabajo técnico, el guión merece una mención especial, pero fue co-escrito por Lanthimos, cosa que haría algo redundante la cuestión.
The Killing of the Sacred Deer es una de esas películas que no hay que dejar de ver, probablemente porque sea imposible dejarla una vez empezada.
Mi Calificación: 8 (ocho) Muy Buena
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